lunes, 22 de junio de 2020

MEGAELIPSIS SICALÍPTICA


MEGAELIPIS SICALÍPTICA

Los ojos del hombre centelleaban, preso de la excitación comenzó a relamerse, con mano temblorosa extrajo el libro del anaquel de la librería. El título del volumen no podía ser más prometedor: "El kamasutra en microrrelatos".  Turbado, abrió el ejemplar para encontrarse una sorpresa mayúscula: ¡Nada! Todas las hojas aparecían en blanco. ¿Qué clase de broma era aquella?  El hombre le dio la vuelta al libro y leyó el texto impreso en la contraportada. Se informaba que el autor, el laureado microrrelatista Agapito Casper, había llevado, hasta sus últimas consecuencias, en aquella obra el más esencial principio de la teoría del microrrelato: obligar al lector a completar con su imaginación los vacíos que aparecían en el texto, en este caso, en el no texto.


Relato publicado por la revista Elipsis.

https://luisgerardoalvarez.wixsite.com/elipsisrevista/post/megaelipis-sical%C3%ADptica?fbclid=IwAR1nrCa2cOpVzZHMBFNoxoyp376BZMvHG9b-rSqQSMMRFAZRBWrva0mDFDA

viernes, 12 de junio de 2020

A COBRO REVERTIDO

El proyecto literario "Colecta de Textos sobre la Distancia" ha acogido mi microrrelato

A COBRO REVERTIDO
Rodabas un documental en México sobre el día de difuntos y su caleidoscopio de calaveras y esqueletos, cuando me llamaste a cobro revertido para decirme que me dejabas, que ya no me querías. Luego supe que te habías emparejado con el productor de la filmación.
Y con tu llamada se inició mi película de terror. Conocí la fría daga de la traición y la amargura macerada en alcoholes servidos en tugurios. Tragué innumerables tequilas dedicados a tu salud y a mi desdicha. Fue tan grande el desengaño, que del amor que sentí por ti tan sólo quedó el esqueleto del rencor pulido por mis lamentos.
Tres años después me telefoneabas para pedirme perdón. Querías volver, pero yo ya no te amaba. “Ve a otro perro con ese hueso”, escupí a modo de respuesta.

miércoles, 10 de junio de 2020

OBJETOS PERDIDOS

La revista mexicana Yólotl ha publicado mi microrrelato
OBJETOS PERDIDOS
Tras el cambio de turno, el funcionario a cargo de la oficina de objetos perdidos, procedió con diligencia rutinaria a consignar los ingresos efectuados durante el turno precedente. Con cierta desgana repasó con el dedo anular la lista de los efectos consignados. El funcionario constató que en las últimas horas habían traído a la oficina; treinta y ocho paraguas, quince billeteras vacías -los carteristas sustraían su contenido y las arrojaban en las papeleras-, cuatro patinetes, dos cochecitos de bebé, una dentadura postiza, una silla de ruedas y un brazo ortopédico.
El funcionario, al que nunca se le agotaba su capacidad de sorpresa ante los despistes del público, giró página y consultó el capítulo de intangibles. Leyó que quinientas siete personas habían perdido los modales, trescientas doce la vergüenza, ciento cuatro el sentido del ridículo, sesenta y nueve el pudor, cincuenta y cinco la inocencia y, por último -llegado a este rubro, el hombre expelió un suspiro de melancolía-, nueve personas habían perdido la esperanza.