jueves, 1 de junio de 2017

2000 MILLONES






Quería descubrir que había de cierto en el mito de la tribu perdida de los ñame-ñame. Hipotequé mi casa para financiar la expedición y viajé a Papua.

El hidroavión me desembarcó en una laguna recóndita. Un indígena, al que llamaré Viernes, me esperaba. Viernes había sido raptado de niño por los ñame-ñame, él sería mi guía e interprete.

Tras vadear ríos infectados de cocodrilos, descender en piragua a través de rápidos letales, escalar farallones tapizados de agreste vegetación, abrirnos paso a golpe de machete por entre la jungla impenetrable,  esquivar serpientes y ranas venenosas, soportar nubes de mosquitos y sanguijuelas. Al final del camino, en el centro de un pantano de aguas turbias, levantadas sobre palafitos, hallamos las chozas de la tribu perdida.

Los hombres exhibían un aspecto fiero, cuerpo y rostro surcado por múltiples excoriaciones imitando las escamas de los cocodrilos. Veintitrés calaveras lustrosas embellecían la cabaña del cacique.

Tomé notas y filmé todo cuanto pude de este pueblo indómito. Me costó hacerme a la gastronomía local: gusanos, tarántulas, etc. Al cabo de unos días el jefe de la tribu me invitó a yacer con Jaya, su horrorosa hija. Viernes me advirtió que si me negaba les ofendería y me devorarían: “Te harán kuru-kuru”. Tuve que satisfacer al adefesio, una pócima, que me proporcionó el brujo del poblado, hizo de viagra.

La noche anterior a mi marcha, Jaya me estaba parloteando en su lengua nativa cuando dijo una palabra que sonó igual que Facebook. Aquella similitud me sobresaltó, aunque en aquel momento pensé que se trataba de una simple coincidencia fonética entre el nombre de la red social y algún vocablo ñame-ñame. A la mañana siguiente, tras el baile ceremonial de despedida, el jefe me mostró una factura que detallaba las pernoctaciones, comidas, horas de coyunta con Jaya –a precio de top model-, más los “derechos de imagen” por las fotos y las filmaciones efectuadas; todo ello a pagar en divisas. Estupefacto, les dije que carecía de la millonada que me exigían. Viernes se puso blanco y me anunció: "Tú serás kuru-kuru". Me perdonaron la vida tras dejar el efectivo, las tarjetas de crédito y todos mis enseres. Marché con una cantimplora, una brújula y mi uniforme de Coronel Tapioca.

De vuelta a casa; Facebook anunciaba que había alcanzado los dos mil millones de usuarios. Tenía una petición da amistad de Jaya y unas ladillas tropicales eran mi souvenir

 (Relato seleccionado por Letrasconarte en su concurso "Aventura")





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