domingo, 10 de mayo de 2020

AL ESTE DEL EDÉN

La revista mexicana Arte Siente ha publicado mi texto
Al ESTE DEL EDÉN
Supongo que es blasfemo e ilógico pensar que el Todopoderoso pueda estar sujeto a cualquier ley, incluidas las leyes de la lógica. No obstante, en el relato del Génesis aparece una incongruencia que siempre me ha llamado la atención.
Situémonos: Adán y Eva tienen dos hijos: Caín y Abel. El primero mata al segundo y Dios le castiga a vagar por el mundo. Frente a esta sentencia Caín eleva un recurso de amparo: “Demasiado grande es mi castigo para soportarlo. (…) oculto a tu rostro habré de andar fugitivo y errante por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará”. Ante la súplica del victimario, Dios le ofrece garantías: “Si alguien matare a Caín, será siete veces vengado”. “Puso, pues, a Caín una señal, para que nadie que le encontrara le hiriera”, A continuación se narra cómo Caín conoce a una mujer con la que conciben a un hijo llamado Enoc.
Vamos a ver: ¿No habíamos quedado que toda la humanidad desciende de Adán y Eva? ¿Quiénes son esos otros? A estas alturas de mi post, el lector escéptico ya habrá pensado con condescendencia: “El zoquete del autor trata de hallar lógica en un mito”, Y ese lector, que asoma ya media sonrisa en sus labios, supura razón por todos sus poros. Los mitos son historias que revelan verdades de naturaleza poética, lo que les exonera de la necesidad de ser congruentes. ¿Punto y final a la cuestión? Creo que no. Lo primero que pienso es que a Dios le convendría apuntarse a un taller de literatura creativa ya que en ficción el autor puede narrar lo imposible pero no lo incoherente. Lo segundo que cavilo me llega a modo de cita: “El infierno son los otros” (J.P. Sartre). Y es aquí dónde reencuentro la lógica extraviada del Todopoderoso. Para que Caín viviera un infierno en la tierra era necesaria una segunda creación, una humanidad de serie B.
Me gusta divagar con la idea de esa humanidad segundona y que los injustos y los mezquinos pertenecen a su estirpe. Fueron creados para hacer de la tierra un infierno y se aplican con denuedo a la tarea. Otros, descendemos de Caín y arrastramos su estigma y vagamos con temor a ser heridos en cualquier momento por una mano impía.
En ocasiones experimento la tentación de contemplarme al espejo por las mañanas y buscar la huella imperceptible y exploro mi frente sin detectar la cicatriz indeleble, la señal carmesí, la herencia de Caín desterrado al este del Edén. Me he de conformar con tales ejercicios, pues no nos está permitido palparnos el alma, aunque esos otros puedan percibir tu aura con nitidez. Peco de soberbia. Pero es seductor abrazarse a la zona de confort del mito… y de la maldición; muchos accidentes de la propia biografía hallarían su respuesta.
Dejémonos de chorradas. Sé que todo esto que rumio no es más que onanismo del malo y, quizás, Dios, simplemente, carece de lógica, como demuestra este pasaje de sus Sagradas Escrituras; y los hombres, hechos a su imagen o semejanza, tampoco la tenemos. Otras gentes, en otros lugares, cuentan con una explicación más simple: Todos estamos pagando nuestro karma.

1 comentario:

  1. Interesante relato, qué bueno que lo hayan publicado, es difícil hacerse un espacio propio hoy en día, pero con constancia es posible lograrlo. Felicitaciones.

    Saludos,

    J.

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