GRUPO DE LECTURA ANIMAL
La idea había partido de la zorra desdeñosa que afirmó que las uvas estaban verdes y a su llamada acudieron la cigarra y la hormiga, el ratón y el león, la liebre y la tortuga, el asno que hizo sonar la flauta, el gato al que no le ponían el cascabel, el cuervo que dejó caer el queso, el perro del hortelano y otros muchos animales que protagonizaron fábulas y que ahora sería fatigoso enumerar.
A lo largo de los siglos, ellos, los animales de las fábulas, habían aleccionado a los hombres con sus moralejas. El género humano les debe buena parte de su virtud y de su sapiencia. Pero ya iba siendo hora de que se cambiaran las tornas. La zorra los había convocado para, mediante el estudio de la literatura humana, dotar al reino animal de la sabiduría necesaria para enfrentarse a ese depredador que es el hombre. “Por sus obras, lo conoceréis”, declaró solemne.
La asamblea discutió con pasión cual sería el primer libro en ser debatido. La tortuga propuso La odisea, la cigarra optó por La divina comedia, el cuervo se decantó por El Quijote, la zorra sugirió Las mil y una noches, el perro del hortelano votó por La ciudad y los perros, la liebre postuló Corre, conejo, el gato era partidario de El gatopardo y el burro era fan de Paulo Coelho. Tras un acalorado debate se acordó que se comenzara por la lectura propuesta por la hormiga: La comedia humana de Balzac, su prometeico esfuerzo y su exhaustividad cartesiana lo merecía.
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¿Y qué leeremos después?”, preguntó el asno, ignorante sobre la extensión de la obra elegida. “Rebelión en la granja”, rugió el león con insolencia, a lo que una foca, escapada de un circo, y a la que nadie había invitado, aplaudió con vehemencia.
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