miércoles, 22 de septiembre de 2021

ZUGARRAMURDI



Título: ZUGARRAMURDI
Autor: Héctor Daniel Olivera Campos
Relato Ganador del concurso "Aquelarre"
¡Enhorabuena! de parte de #HermanasLara el jurado y de todos los que formamos esta Comunidad Tus Relatos
Bajo la luz diurna, el relator del Santo Oficio no percibe nada anormal en la aldea, nadie diría que en dicha población se ha enseñoreado El Maligno. Como en tantos otros lugares, hombres y mujeres se afanan en sus labores: los campesinos, en sus huertas; los artesanos, en sus oficios; el hidalgo haraganea; el párroco se emplea en sus rezos desde matines, a la hora nona; y el alguacil vigila con celo para que ese orden inamovible no se vea alterado por el más mínimo desafuero, porque así lo quiere Dios, el Rey, el Papa, la tradición y las buenas costumbres.
Es al caer sol el momento en el que las tinieblas invaden el pueblo, cuando los parroquianos se recogen y se encierran, trancando casas y ventanas, que, por no dejar, ni a las bestias dejan a la intemperie. Y ya no sólo son el cura o el sacristán quienes rezan, lo hace todo el pueblo, todas las buenas gentes que caen de hinojos mientras elevan, con desesperación, plegarias de misericordia al Todopoderoso, al que imploran que les libre de las acechanzas del Diablo.
Todos en la aldea saben que en el claro profundo del bosque, junto a la cueva maldita, las brujas celebran sus aquelarres en días martes y en fechas señaladas con sangre. Y se cuenta, entre el testimonio veraz y el delirio imaginado, que danzan alrededor de la hoguera mientras blasfeman y profanan Sagradas Formas. Y comen y beben y fornican como bestias; ellas con ellos —porque algún brujo hay—, ellas con ellas, ellos con ellos, y aún con animales. Y toman pócimas de hierbas que les embriagan y creen flotar, y hay quien sostiene que las han visto volar montadas en escobas. Es un furor demoniaco el que les agita, es una gula insaciable de placeres, es la maldad tomada como liberación. ¿Cómo no van a sentir miedo los lugareños? El pánico corroe a las gentes buenas y decentes de la aldea, sienten el miedo más terrible, más hondo, más atroz, más implacable de todos; el miedo a la libertad.



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