ESTREMECIMIENTO
De niños nos
producía miedo la casa junto al acantilado; su aspecto lúgubre, sus ventanas
ojivales y la impensable arquivolta sobre la puerta principal se conjugaban
para inspirarnos un temor que llevábamos al paroxismo en ritos de oscura
histeria infantil en los que nos imaginábamos atroces crímenes que
ensangrentaban la finca.
Al anunciarse la
demolición de la casa -obra del arquitecto Jareño- para construir un hotel,
todos nos alegramos, siendo Pedrito el que resumió el sentir de la pandilla con
un castizo y gozoso ditirambo: “¡Viva el genial hotelero y la madre que lo
parió!”.
Ahora que soy
adulto, al pasar frente al desangelado y uniforme hotel, extraño aquel
estremecimiento de mi infancia.
(Este texto quedó finalista del concurso micro-jareño organizado por el museo de la Bliblioteca Nacional de España. 2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario