-Voy a
terapia -le confesó el lobo a Caperucita cuando ambos se encontraron en el
supermercado. -Perdóname por devorar a tu abuelita. Es que yo antes era feroz
por culpa de la educación heteropatriarcal que había recibido. Ahora me dedico a visitar a abuelitas que
viven solas para hacerles compañía, es parte fundamental de mi terapia.
-¿Y no
tienes la tentación de comértelas? -le preguntó la niña.
-No, jamás,
me he rehabilitado.
Caperucita
se inquietó cuando el lobo ex feroz compró un bote de bicarbonato de tamaño
familiar.
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