miércoles, 7 de mayo de 2014

ESTREMECIMIENTO



ESTREMECIMIENTO

De niños nos producía miedo la casa junto al acantilado; su aspecto lúgubre, sus ventanas ojivales y la impensable arquivolta sobre la puerta principal se conjugaban para inspirarnos un temor que llevábamos al paroxismo en ritos de oscura histeria infantil en los que nos imaginábamos atroces crímenes que ensangrentaban la finca.

Al anunciarse la demolición de la casa -obra del arquitecto Jareño- para construir un hotel, todos nos alegramos, siendo Pedrito el que resumió el sentir de la pandilla con un castizo y gozoso ditirambo: “¡Viva el genial hotelero y la madre que lo parió!”.

Ahora que soy adulto, al pasar frente al desangelado y uniforme hotel, extraño aquel estremecimiento de mi infancia.

(Este texto quedó finalista del concurso micro-jareño organizado por el museo de la Bliblioteca Nacional de España. 2013)

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