miércoles, 3 de febrero de 2016

OLVIDOS



OLVIDOS

Amor:

Solemos olvidar el carácter insustituible de la vida, de cada instante de vida. Soslayamos la expresión  cotidiana de los sentimientos más necesarios, dándolos por implícitos; esos que son el yodo amable que cauteriza las heridas más íntimas. Y es en estos momentos aciagos en que me arrepiento de mi parquedad, de mi racanería y de mi desidia sentimental. Me olvidé que tu aparición me sacó del marasmo de aflicción y soledad al que me abocó un desamor antiguo.  No te conté como tu cariño me enorgullecía y me volvía a la vez humilde con el asombro del que no está acostumbrado a recibir las bendiciones de la vida y, menos aún, de una persona tan excepcional como tú. No te confesé como deseaba pasar contigo todas las horas del día y todos los minutos de la noche. Tampoco te mencioné la perplejidad de reconocerme tanto en ti, en tu espíritu, tan bellamente insólito, hasta hacer de nosotros trasuntos de cielo y mar de querencias, ebrios de añil, confundidos en un horizonte de abrazos, en una marejada de besos. Y, aún más imperdonable por mi parte, no detenerme a reseñar tu bondad,  tu comprensión y empatía, ni tu luz perpetua; así como tampoco calibré tu inagotable cariño, manantial que me refresca. Han sido tantos los olvidos como hojas arrancadas de un calendario.

Ahora yaces en una cama de hospital, duermes. Cuando despiertes te contaré todas estas cosas. Perdóname amor, me olvidé decir cuánto te quiero.

(Carta seleccionada en el I Concurso "Cartas que nunca escribiste").

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