martes, 11 de abril de 2023

EX LIBRIS

 La editorial colombiana Avatares va a publicar el siguiente microrrelato en su "Antología de microrrelatos esotéricos".

EX LIBRIS
En una calleja del casco viejo de Toledo, de las de firme empedrado y apenas transitada, se ocultaba el bazar esotérico del tío Bruno. Era un local pequeño, estrecho, decadente, lúgubre y siniestro; atiborrado con velones, imágenes de santos, símbolos y pócimas. Destacaba unos anaqueles repletos de libracos con lomos de pergamino. Libros que el misántropo, huraño y solterón tío Bruno, con malas maneras, no dejaba que nadie hojease, pues no estaban a la venta. La clientela era escasa y osada, ya que la opresión invisible que se sentía al penetrar en el comercio expulsaba con premura a la mayoría de curiosos.
Los cuatro sobrinos de Bruno: Lola, Gloria, Resurrección y Pascual, se pasaron la vida haciendo cábalas acerca de la fortuna cierta o incierta de su tío, quien vivió sumido en una austeridad espartana de aspecto miserable. A la muerte del pariente, los sobrinos recibieron por herencia un ramillete de cuentas bancarias casi vacías, un local hipotecado y un montón de enseres heréticos de escaso interés comercial. Se imponía vender los librotes del tío, quien había hecho inscribir en su ex libris —ilustrados con la figura del diablo Mammón (demonio de la avaricia)— una advertencia letal para aquel que osara desmembrar su biblioteca de grimorios. La maldición inmortalizada en los ex libris fue motivo de mofa para los sobrinos, otra confirmación más de la majadería que el tío había mostrado en vida. Considerar que una biblioteca refleja el espíritu de su dueño y es un todo orgánico, dotada de alma, les parecía a los deudos un concepto tan supersticioso como estúpido. Los libros fueron malvendidos a través de internet a diversos compradores.
En torno a la siguiente Semana Santa murieron los cuatro sobrinos en extrañas circunstancias. El viernes de dolores, Lola fue atropellada por un camión que transportaba papel para reciclar. El sábado de gloria, a Gloria le explotó la batería de su libro electrónico. Al día siguiente a Resurrección la descalabró un canalón que se desprendió del alero del tejado de la biblioteca de Castilla-La Mancha. Y el lunes de pascua, Pascual, bombero de profesión, pereció sofocando un incendio en un almacén de libros viejos.
¿Azar funesto? No lo creen así los que osaron visitar alguna vez la librería maldita.
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