jueves, 23 de julio de 2020

UNA OREJA, DIEZ TEORÍAS

La revista colombiana "El Juglar" en su número uno ha publicado mi conjunto de microrrelatso "Una oreja, diez teorías".

UNA OREJA, DIEZ TEORÍAS Y ANUNCIO

FORMACIÓN PROFESIONAL
Vincent salió con una oreja menos de la barbería. “El chaval está aprendiendo”, justificó el dueño del establecimiento al imberbe que le había rebanado. Enfadado, Van Gogh no dejó propina.
¡Cómo se reirían del pintor cuando explicase la causa de su mutilación! Para evitarlo, se hizo pasar por loco y contó que él mismo se había desorejado. Harto y cansado de simular ser un demente –él, el pintor más lúcido de su tiempo- se suicidó a los treinta y siete años.
El aprendiz de barbero emigró a España en dónde hizo carrera como rejoneador.

SUSTRACCIÓN EN LA GRANJA

-Paul, yo no soy ningún ladrón.
-¿Y te crees que yo sí?
-Volvamos a la pensión.
-¿Y mañana qué comemos? Yo no vendo mis cuadros y tú menos aún.
-Pero robar está mal.
-Te recuerdo Vincent que no tenemos un céntimo y que debemos a la patrona el alquiler de la habitación, el pan al panadero, los víveres al tendero y el vino, la absenta y el tabaco al tabernero. ¡Hasta en la casa de putas tenemos cuentas por pagar!
-Pero lo matas tú, Paul, yo no puedo matar a ese lechoncito después de cómo me ha mirado.

Paul Gauguin salta a la pocilga y agarra el cerdito para entregárselo a Vincent Van Gogh que espera al otro lado de la cerca.

-¡Aghhhh!
-¿Vincent que pasa? ¡Dios! Ese cerdo hijo de puta te ha comido la oreja.



LA MIES ES MUCHA

-¿Ustedes son los nuevos braceros?
-Sí.
-¿Y se llaman?
-Paul y Vincent.
-¿Han hecho esto antes?
-No, somos pintores en apuros económicos.
-Miren, cojan estas hoces. Las espigas se agarran así, se siegan así y se hace un haz con cada manojo. ¿Lo han entendido?
-Ni que fuéramos gilipollas.
-¡Aghhhh!
-¡Vincent, lo siento! Se me ha ido la mano. Putas hoces, las carga el diablo.

BESTIA

Paul no es un hombre, es una bestia en celo cuando fornica; lame, muerde, palmotea las nalgas, estira los cabellos y asfixia, con sus manos de marinero, el cuello de su amante. Paul es un ser animal, cegado y convulso, sin otro objetivo que culminar su penetración en una petite mort salvaje; su fornicación es un rosario de brusquedad y dolor. Aquella noche Paul Gauguin alcanzó el sumun del paroxismo al arrancar de un bocado la oreja de su amado Vincent Van Gogh.


EL BOLERO DE RACHEL

-Si me amaras, te preocuparías por mí.
-Sí, ya lo hago, Rachel, sólo pienso en ti.
-¡Mentiroso!  No me traes ni un regalo, ni una propina, ¡nada! Tú eres tan sólo un tacaño que pretendes follarme gratis. Eres igual que todos.
-No digas eso, yo te amo.
-¡Demuéstramelo!
-¿Cómo?
-Tráeme dinero.
-Sabes que no tengo, mis cuadros no se venden.
-Pídeselo a tu hermano Theo, él está forrado.
-No es rico y ya vivo a costa de él, no puedo sangrarlo más.
-Pues luego no pongas mala cara cuando me voy con los clientes, ellos, al menos, me pagan.

Vincent regresa de la oficina de correos, de cobrar el giro monetario que le ha remitido su hermano y, a pocos metros del café, contempla el nuevo comercio que ha abierto sus puertas en la villa: una correduría de seguros. El hombre se acerca y observa con diligencia un cartel que se exhibe a la entrada del establecimiento. En el afiche aparecen dibujados, con tétrica ingenuidad, diversos apéndices humanos y el importe que se concede por la pérdida de cada uno de ellos; se trata de publicidad de un seguro de accidentes. Piernas y brazos se indemnizan con miles de francos; dedos, narices, orejas y lenguas, con algunos centenares. Vincent Van Gogh entra en el local y contrata un seguro.

Esa noche, frente a su amada, sumido en la sordidez del cuartucho del burdel maldito, Vincent empuña la navaja y declara triunfante: “Rachel, amor mío, esto lo hago por ti”.


UN HERMANO EJEMPLAR

“Esto ya es lo último”, masculló Theo con rabia. Ha hecho lo imposible por su hermano; lo ha mantenido, ha sufragado sus distintos alojamientos y hasta se lo llevó a vivir con su familia. También intentó vender sin resultado sus incomprensibles pinturas. “¿Su hermano fuma opio, porque… estos trazos…, estos colores?”, fue lo que le espetó el último cliente al que trató de vender uno de sus lienzos. ¿Cuántos más gastos, molestias y ataques de locura de su hermano enfermo, deberá aguantar a modo de sacrificios ofrendados en el altar del amor fraterno? Y, por increíble que parezca, todo es susceptible de empeorar.
Theo observa atónito la oreja cercenada sobre su mortaja de papel de estraza y, a continuación, relee la nota que le envían unos bandoleros corsos:
“Esta es la oreja de su hermano. Si no nos paga los diez mil francos que le exigimos por el rescate, le seguiremos enviando apéndices. Ya ve que hablamos en serio.  En su mano está, señor Theo Van Gogh, salvar la vida de su hermano Vincent”.

¡OLEEEEÉ!
El espectáculo taurino que Vincent Van Gogh acaba de ver en el anfiteatro de Les arènes de Arlés ha perturbado profundamente su alma de artista. Ha asistido a una corrida de toros como las que se hacen en España, finiquitada con la muerte del astado en el ruedo. Una poderosa amalgama de crueldad, arrojo, plástica y truculencia; lo bello y lo siniestro danzando en poderosa coreografía sobre la arena.
El espectáculo ha hecho mella en la hipersensibilidad del Vincent, y el pintor se encamina rumbo a su pensión, circunspecto, abstraído, poseído por un perverso y aterrador síndrome de Sthendal. Frente al espejo el loco del pelo rojo empuña la navaja mientras grita: “¡Oleeeeé!”.

APUESTA
-No me podéis echar ahora, la partida está caliente y llevo buena mano.
-Vincent, te has quedado sin dinero -le replican los habituales de la timba del café de la estación.
-¡Cabrones, ahora no!
-Apuesta uno de tus cuadros.
-Mi obra es sagrada.
-Pues ya me dirás qué vas a apostar.
El pintor pierde la apuesta, sobre el tapete verde yace la oreja talada.

APOCALÍPSIS ZOMBI EN LA PROVENZA
-¿Qué buscáis zombis hijos de puta?
-A ti, Vincent.
-¿Para qué?
-Queremos comerte el cerebro.
-¡Y una polla!
-Eso también.
-¡Atrás, zombis, atrás!
-Danos algo y nos vamos.

-¿Doctor, usted qué opina?
-Es el delirium tremens más severo que he visto en mi vida.

PRIMER DÍA DE PINCHE DE COCINA CUANDO TE MUERES POR QUEDAR BIEN

-¡Oído, barra, cocina, una de oreja!
-¡Marchando!
-¡Por Dios, qué horror! Vincent, ¿qué has hecho?

ANUNCIO

Pintor fracasado busca a putón desorejado para relación simétrica.

Interesadas contacten con Vincent Van Gogh.




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